Delega y vencerás. Cómo hacerlo de forma efectiva

Siempre he admirado algunas virtudes de las gentes de otras latitudes respecto al trabajo. La seriedad, la rectitud, la responsabilidad… y el respeto a los horarios. En España, a pesar de algunos avances, aún andamos más preocupados por la presencia que por el rendimiento efectivo.

Creo que cuando una persona o un equipo no pueden desarrollar su trabajo en un espacio temporal determinado (digamos una jornada ordinaria de ocho horas) algo falla: o se ha realizado una mala planificación o las personas no trabajan como deberían o la carga de trabajo es excesiva y es preciso una reasignación de recursos.

Lo que sigo sin entender, a pesar de mi edad, es que de forma continuada, como rutina, se sigan desarrollando jornadas laborales en horarios de dos dígitos; algo impensable en otros países con unos niveles de productividad muy superiores a los nuestros.

En este punto, me parece interesante introducir el concepto de la delegación [en una entrada anterior ya analizamos, por ejemplo, la gestión del tiempo], imprescindible en las prácticas laborales actuales y que, sin embargo, todavía tiene enormes resistencias. Como ocurre en otros muchos ámbitos sus ventajas son tan evidentes que parece incomprensible encontrar aún espacios empresariales donde aún no se practica:

Para los empleados

  • Oportunidad de desarrollar nuevas habilidades.
  • Aumento de la implicación del empleado en su trabajo.
  • Oportunidad de adquirir visibilidad dentro de la organización.

 

Para la empresa

  • Incremento de la responsabilidad y capacitación de los empleados.
  • Aumento de la flexibilidad, la velocidad y la efectividad en la toma de decisiones.

 

Una vez admitida su necesidad, queda lo más difícil: cómo delegar de forma efectiva.

1. Determinar claramente qué es lo que se delega y a quién.

2. Especificar el alcance de las responsabilidades del subordinado.

3. Informar a las otras personas implicadas de que la delegación se ha producido.

4. Establecer un mecanismo de control (retroalimentación) que permita verificar el éxito o fracaso del proceso.

Como epílogo de estas pinceladas con las que evidenciar la importancia de delegar y de hacerlo bien, una anécdota extraída de la web Organízate ya!:

Conozco a alguien que solía traer trabajo a casa al terminar su horario. Y cada noche después de cenar con su familia, se iba a un rincón y trabajaba por varias horas más. Una vez, su hija de seis años le preguntó a su mamá, «¿Por qué papá se va a ese rincón todos los días después de cenar?» La mamá le explicó que papá tenía mucho trabajo que hacer y que no le había sido posible terminar durante el día. La hija replicó: «¿Entonces por qué no ponen a papá en una clase con los lentos?» Cuando su esposa le contó lo que la niña había dicho, la realidad lo sacudió y decidió que a partir de ese momento no traería más trabajo a casa (…).

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