Un velo al servicio de la comunicación

Los que me conocen saben que el mundo de las Relaciones Internacionales es una de mis pasiones, sólo parcialmente correspondida en mi ámbito profesional.

Fruto de esta curiosidad, me gustaría recoger un artículo del profesor José Ignacio Torreblanca, publicado en el diario El País, en el que como siempre ofrece unas muestras de su conocimiento y agudeza mental.

Más allá de su contenido concreto, quisiera detenerme en un extracto que bien deberíamos aplicar a múltiples facetas de la vida y, cómo no, también al ámbito de la comunicación: «(…) hay velos buenos y velos malos. Están los que nos aíslan del mundo, pero también están los que nos permiten entenderlo mejor. Entre estos últimos está el que el teórico de la política John Rawls denominó velo de ignorancia. La idea es que hay veces en las que, para asegurarse de que nuestras decisiones son sabias, es mejor tomarlas desde la ignorancia. Por ejemplo: a la hora de diseñar un sistema electoral la tentación es diseñarlo de tal manera que beneficia a quien hace las reglas. Es lo que hicieron los ricos durante mucho tiempo: excluir del sufragio a todos los que no lo fueran. Pero si uno se pusiera un velo que le impidiera ver qué posición iba a ocupar en la sociedad, se lo pensaría dos veces antes de optar por el sufragio censitario: la probabilidad de ser rico es lo suficientemente pequeña y la de ser mujer lo suficientemente elevada como para decantarse por el sufragio universal«.

A partir de la anterior reflexión, ¿no sería conveniente tomar siempre cierta distancia y creernos más ignorantes de lo que somos -en algunos casos, no sé si será posible- para analizar y resolver problemas complejos, aislándonos de prejuicios y tratando de ofrecer siempre una nueva visión?

Creo que merece la pena, al menos, intentarlo.