Puede suceder lo que sea; siempre hay uno que lo veía venir, Fernandel, actor cómico francés
O dicho de otro modo, nuestro sesgo de retrospección nos empuja a creer que cualquier acontecimiento era mucho más predecible de lo que hubiéramos juzgado antes de conocer su resultado.
Incluso el mismísimo Nassim Nicholas Taleb, el padre del concepto del cisne negro, ya nos ha reconvenido al afirmar que la pandemia que vivimos “era completamente predecible”.
Con todas estas prevenciones, me gustaría compartir las conclusiones de un par de estudios publicados recientemente sobre el impacto de la COVID-19 en la transformación digital y en el papel (futuro) de los profesionales de la comunicación.
El primero, realizado por Roca Salvatella y Esade, plantea algunos aspectos interesantes:
- El 79% de los directivos afirma que la crisis sanitaria acelerará la transformación digital. Un entorno de competitividad en el que la mayoría se evalúa con una buena nota (6,4 sobre 10), si bien la realidad es que su calificación se encuentra en 4,8.
Una brecha entre percepción y realidad que evidencia el largo camino que tiene por delante la capacitación de los líderes empresariales respecto a sus competencias digitales.
La capacitación de los líderes empresariales en competencias digitales tiene aún un largo camino por delante Share on X- En esta línea, también se explica que la incorporación de nuevas capacidades gana terreno al necesario, pero limitado, trámite de adquisición de nueva tecnología.
El segundo, confeccionado por McKinsey y divulgado por Ragan´s PR Daily, explica cómo:
- La mezcla de agilidad (flexibilidad) y empatía (para gestionar los cambios en la dirección correcta) marcan el actual ecosistema del profesional de la comunicación.
- Un entorno en el que las narrativas (storytelling), el entorno digital y la comunicación interna se sitúan como las capacidades más importantes que nos permitirán evolucionar.
Parecen conclusiones lógicas, casi obvias, que veremos cómo evolucionan.
Porque somos muy aficionados, ya casi profesionales , a anticipar escenarios, aun cuando no somos capaces de gestionar adecuadamente los actuales.
Porque, al final, tal y como nos indicó con sapiencia, Federico Mayor Zaragoza (exdirector general de la Unesco): “El diagnóstico perfecto, ¿saben ustedes cuál es? Es la autopsia, pero llega tarde”.
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