Si hay una palabra que marca el presente y futuro de la comunicación, esa es la confianza.
Los políticos la añoran y las empresas suspiran por generarla entre sus públicos.
Pero es esquiva, cuesta mucho tiempo merecerla y puede desaparecer en un suspiro.
Fenómenos como el ruido, la desinformación y la falta de referencias dificultan su consolidación.
La actualización de primavera del Barómetro de confianza de Edelman revela que seguimos confiando en los expertos (ya sean técnicos o académicos) y en las personas corrientes a la hora de informarnos sobre una empresa.
Fuentes tradicionalmente dignas de confianza, como la prensa o los portavoces políticos ocupan las últimas posiciones, en una tendencia peligrosa.
El reto de empresas es mayúsculo.
- Una sola comunicación. Todos servimos al mismo cliente: la organización, la marca; independientemente de que lo hagamos a través de la comunicación interna o externa, la gesión de la reputación, el márquetin…
Una sola estrategia, un solo mensaje, aunque lo dirijamos a múltiples públicos.
- Una transformación (revolución) digital, inaplazable y obligatoria, a la que debe sumarse toda la organización.
- Y con los empleados, ahora parece que sí, en el centro. En la medida en la que nuestras prioridades han virado hacia la salud y el bienestar emocional, las empresas deben dirigir su mirada hacia dentro y no tanto hacia fuera.
Es el momento de ponernos en marcha. ¿A qué esperamos?
Uno no puede construir una reputación acerca de lo que va a hacer, Henry Ford
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