¿Qué es más importante en comunicación? ¿La experiencia o documentar el conocimiento adquirido?
Ante la vorágine de información que nos sepulta, nuestra obsesión por la multitarea y el ritmo creciente que nos imponemos cada día, queda poco espacio para la reflexión, la estrategia y la planificación.
No solo somos menos productivos en el momento sino que perdemos una excelente oportunidad de evaluar nuestras acciones, corregir errores y aprovechar plenamente la experiencia.
Se ha demostrado que la multitarea es un mito. Nuestro cerebro no está diseñado para ocuparse de dos o tres cosas al mismo tiempo. Está configurado para responder una a una, Macknik y Martínez-Conde en Los engaños de la mente
Ya decía el profesor Enrique Tierno Galván que era preciso leer como beben las gallinas, un rato con la cabeza agachada y otro, levantada, para reflexionar y asimilar sobre lo que se ha leído.
Si no lo hacemos, desperdiciamos numerosas enseñanzas sobre la información que recibimos, las actividades que desarrollamos o los proyectos que gestionamos.
Más allá del entorno digital, donde en muchas ocasiones nos obsesionamos por los datos pero carecemos de un análisis previo sobre cuáles son los realmente importantes y con qué propósito, existen dos entornos comunicativos donde el análisis y la evaluación son claves: la comunicación interna y la gestión de crisis.
En el primer caso, y más importante incluso que la experiencia es documentarla. Imaginemos que una empresa de consultoría ha desarrollado un proyecto con resultados excelentes. ¿Dónde queda toda esa experiencia, más allá del conocimiento de las pocas personas que han participado en la operación, si todo ese proceso no se documenta, se recoge y se comparte con el resto de empleados de la empresa? ¿Cuánto dinero y esfuerzo se ahorrará esta misma compañía en el caso de que se repita una operación similar? Se podría aprovechar incluso como formación interna, como un modo de aportar conocimiento y experiencia al conjunto de la organización, con un coste ridículo.
De ahí que el conocimiento compartido, el análisis y la posibilidad de reunir experiencias y enseñanzas sea casi una obligación en el entorno actual.
En comunicación de crisis ocurre algo muy similar, con el agravante de que muchas organizaciones viven casi en una crisis permanente 😉
Si nos hemos de enfrentar a la gestión comunicativa de una crisis, uno de los aspectos básicos que conviene contemplar, y casi siempre olvidamos, es el día después.
Es básico preguntarse e ir documentando qué funciona y qué no, en qué contexto, qué hicimos frente a tal amenaza y cómo resultó, qué pudimos haber hecho mejor…
Solo así haremos un examen interno que nos arrojará luz y mejorará nuestros procedimientos para el futuro. Además, podremos compartir estos errores (y aciertos) con el resto de la empresa.
Ya que hemos sufrido la crisis, aprovechémosla.
Deberíamos plantearnos, especialmente en comunicación, cuándo termina un proyecto. En muchas ocasiones esa finalización debería ser la excusa para comenzar una labor de análisis y reflexión que diera continuidad a otros muchos proyectos que se beneficiarán de los aciertos y fracasos anteriores. Solo así mejoraremos, a título individual, y permitiremos mejorar a nuestra organización.
Y quisiera cerrar este artículo con un enorme agradecimiento a todos cuantos leéis este blog. Un espacio que cumple 5 años esta semana, 359 artículos después, y cuya existencia tiene el valor que vosotros le ofrecéis. Gracias!!
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