Partidos políticos e interés general, ¿una paradoja inevitable?

«No se puede ignorar a tanta gente que pide un cambio», pancarta de una manifestación celebrada recientemente en Madrid.
En época electoral, los partidos políticos convierten España en un zoco.

Sin el menor atisbo de pudor, ofrecen el oro y el moro con el único propósito de aparecer en los medios para atrapar votos.

Algunas propuestas atentan directamente contra la capacidad de raciocinio de los ciudadanos que asistimos estupefactos a un juego en el que parece que solo importan los resultados.

El pasado fin de semana, las estrellas se alinearon para que los dos partidos mayoritarios ofrecieran promesas casi idénticas para reducir el número de cargos públicos:

  • Rajoy apuesta por la limitación de mandatos y la reducción de diputados
¿Casualidad? Casi nada en política lo es.

Parece que las reivindicaciones ciudadanas están comenzando a quebrar las inamovibles estructuras de los partidos.

Y nos ofrecen, como propias, originales propuestas que ciudadanos de toda condición llevan demandando desde hace mucho tiempo.

Pues por si sirve de inspiración, he aquí varios ejemplos recientes y muy críticos con la labor política, desde ámbitos distintos:

Ignacio Torreblanca. El embudo democrático
Los gobiernos “han sido capturados por dos agentes: los partidos políticos –que han convertido nuestros sistemas políticos en partitocracias gobernadas por una clase política que no rinde cuentas ni es transparente- y los mercados(…)”.

“La consecuencia es que el interés general ha quedado relegado a un segundo plano (…) y la rendición sistemática de cuentas, anulada como mecanismo de control en manos de la ciudadanía”.

“A la vez que la cantidad de democracias en el mundo se ha extendido consistentemente, la calidad de las democracias se ha deteriorado considerablemente”.


Los candidatos “están atrapados por las mismas fullerías, manejos sucios y usos gansteriles en los que se ha convertido la democracia mediática”.

“(…) Son conscientes de que deben protegerse unos a otros si las cosas vienen mal dadas; derechas, izquierdas, rancios o novedosos nacionalistas, todos están impregnados por el aceite de la subvención que engrasa voluntades, doblega resistencias y aniquila ideas”.

“Cálculos rigurosos demuestran que tan solo con la supresión del Senado, máquina ornamental y ostentosa nacida del miedo, así como de las Diputaciones,redoblamiento barroco y carísimo de la incompetencia, podría dejarse en paz sanidad y educación e incluso incrementar su presupuesto. Sin embargo, Senado y Diputaciones son lujosos balnearios para profesionales en aparcamiento, jubilación, uso residual o de conveniencia”.

Y para terminar, en el programa Salvados de La Sexta, el senador del BNG Xoel Manuel Pérez Bouza afirmaba que la Cámara Alta no sirve para nada.
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