Mi última colaboración con la revista internacional que edita la consultora Carep aborda algunos de los peligros que se ciernen sobre la política, tal y como la conocemos.

No es que goce de excelente salud pero las perspectivas amenazan con enfangar, aún más, el debate público y el sistema democrático del que disfrutamos.

Puedes leer el texto, que tienes a continuación, o descargarte la revista íntegra.

 

El peligro que amenaza con acabar con la política

La comunicación, también en el plano político, es una herramienta básica de gestión.

Sin embargo, su poder no es absoluto.

La mejor comunicación no arregla la peor realidad, Enrique Sueiro.

Y la comunicación política anda últimamente muy ajetreada. No da abasto para tratar de apagar tantos fuegos.

En una época de exposición permanente en los medios, ya sean tradicionales o en el entorno digital, parecemos haber entrado en una carrera por la visibilidad, por estar presentes en la mente del elector de un modo perenne; sin importar el motivo.

Y ahí comienzan muchos de los males que aquejan a la política y a sus responsables, que los alejan de la consideración y del respeto de los ciudadanos.

No se trata de que la política no interese, lo que carece de interés -y, lo que es más peligroso, de atención- es determinado tipo de política en la que parece que estamos instalados.

Los políticos actúan como modelos en una pasarela y ya no importa tanto la calidad del diseño o el modo de exhibirlo como el aparecer constantemente, con creaciones distintas -a veces antagónicas- y a todas horas.

Se echa en falta cierto sosiego, mayor espacio para la reflexión, para las ideas…

Noticias falsas, robotización y redes sociales, ¿la nueva política?

Algunos estudios indican que en 2022 consumiremos más noticias falsas que verdaderas.

De hecho, desde hace tiempo hay voces que reclaman a plataformas como Facebook o Twitter que regulen el uso de cuentas falsas y que prohíban la publicidad política con contenidos engañosos. [En una fecha posterior a la entrega de este artículo, Twitter anunció que suspendía la publicidad política en su red mientras Google la limitaba].

Las empresas se resisten por los beneficios económicos que obtienen pero el peligro de no hacer nada al respecto es gravísimo. La segmentación que permiten las redes sociales facilita enormemente la manipulación de aquellas personas más vulnerables por nivel formativo o convicciones.

¿A quién beneficia esta situación? A corto plazo solo los manipuladores se alzan vencedores.

Pero a la larga, ni la política, ni sus actores, ni -mucho menos- los ciudadanos podemos estar tranquilos.

No solo se resquebraja la confianza en personas e instituciones sino que se terminan poniendo en juego los propios fundamentos del sistema democrático.

El entorno digital parece que nos empuja cada día a un ambiente más cercano, desde luego, a la grada de un campo de fútbol que al de un congreso académico.

El entorno digital parece que nos empuja cada día a un ambiente más cercano a la grada de un campo de fútbol que al de un congreso académico. Clic para tuitear

Y los buscadores, y los filtros burbuja que emplean, nos desplazan hacia la polarización, hacia el consumo de una determinada versión de la realidad, con evidentes sesgos y falta de pluralidad.

Como afirma Víctor García de la Concha, “dudar es comenzar a acertar” y quizá de un mayor sentido crítico individual pueda originarse una nueva política.

Una gestión que celebre y no repruebe, como ocurre ahora, la duda; que permita valorar los problemas con cautela e intentar resolverlos tras una profunda reflexión y no a golpe de declaración improvisada.

Incluso, tal y como apuntaba recientemente Enrique Dans, quizá sea el momento de plantearse una prohibición de la publicidad electoral en entornos como Facebook, incapaces de controlar la proliferación de mentiras con el propósito de manipular voluntades.

La inercia política, las noticias falsas, la robotización de las interacciones en el ámbito digital… parecen abocarnos hacia una política donde algoritmos, bots y programadores sustituyan a los políticos.

La inercia política, las noticias falsas, la robotización de las interacciones en el ámbito digital… parecen abocarnos hacia una política donde algoritmos, bots y programadores sustituyan a los políticos Clic para tuitear

¿Es eso lo que queremos? ¿Somos conscientes del riesgo que corremos?

Quizá la solución pase por recetas más sencillas y no más complicadas. Por valores, casi ya en desuso, como la humildad, la transparencia, la coherencia, la sensatez…

Que sí, que también se pueden aplicar a la política.

Porque, como expresó el expresidente de la asociación empresarial española CEOE, Juan Rosell: “si las empresas [organizaciones o profesionales] quieren que se hable bien de ellas, tienen que hacer las cosas bien y comunicarlas adecuadamente”. Así de simple.

Pero, para ello, hemos de tener una sociedad madura que sea capaz de valorar, incluso luchar por este nuevo contexto.

¿Y mientras tanto?


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