En general, los seres humanos tendemos al extremo. En España, no digamos.

Leía la pasada semana un artículo (cuyo enlace tienes al final del texto) de la consultora Llorente & Cuenca sobre el employer branding. El término, ya de partida, impresiona: en inglés, con la palabra branding (ahora todo es branding)… Pues resulta que todo se reduce a otro concepto ya inventado pero con mucho menos glamur, más de andar por casa: comunicación interna.

Para los incrédulos, reproduzco algunos extractos sobre los beneficios del employer branding:

  • Mejora de la productividad y de la eficiencia, debido a un mayor compromiso de las personas con su puesto de trabajo.
  • Mayor satisfacción de los clientes, derivada de la propia imagen positiva que los empleados trasladan de su compañía.
  • Protección del negocio, por cuanto los propios empleados pueden también convertirse en defensores de la marca ante una crisis.
  • Mejora de la marca y de la reputación de una compañía a nivel general.

Te suena, ¿verdad?

Al margen del obvio interés y gusto de consultoras y profesionales de la comunicación por revestir viejos productos con otro envoltorio para que parezcan nuevos, estamos en una época en la que tratamos de mitigar nuestra falta de atención e interés por la reflexión y el sosiego. Y cómo lo hacemos: dejándonos impresionar fácilmente por nuevas formas, colores, brillos que no hacen sino adornar la realidad sin modificarla.

En este caso, pasamos al employer branding (cómo me gusta la expresión) sin que la mayor parte de las empresas en España sepan lo que es un plan de comunicación interna; del mismo modo que hablamos del branded content sin haber previamente diseñado una estrategia de generación de contenidos.

Estos grandes y bellos conceptos están muy bien, pero solo para una exigua minoría (quizá no llegue ni al 0,1 % de las más de tres millones de empresas que hay en España). Aquellas que por interés, recursos o convicción empresarial hace ya tiempo que han apostado por la comunicación interna como fórmula de gestión.

Para no perder el norte, conviene volver al punto de partida y cimentar una estrategia de comunicación (interna en este caso) desde los conceptos básicos. De este modo evitaremos repetir los errores de la mal llamada atención al cliente: donde solo se mima, cuida y respeta al no cliente, una vez que la compañía te incluye en su facturación ya no recibes más atención hasta que decides irte. Y luego, encima, te preguntan por qué.

A propósito, y aunque quizá no lo haya podido parecer, el artículo me pareció muy interesante. El título ya me gustó menos 😉

Otros contenidos relacionados, en este mismo blog:

Curso de comunicación digital para mejorar la influencia y la persuasión

El próximo 1 de julio imparto en Madrid un taller de comunicación digital, dentro del programa formativo que organiza la Federación Española de Centros Tecnológicos (FEDIT).

Junto a Juan Quesada, tendremos la ocasión de presentar algunas claves para mejorar nuestra capacidad de influencia y persuasión y familiarizarnos con el entorno digital para diseñar una estrategia que se adapte a nuestras necesidades y objetivos.

Toda la información e inscripciones en este enlace.

Fuente de la imagen: Freedigitalphotos

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