La comunicación interna está de moda.
Un interés que esperemos no sea efímero, pero está en boca de todos. Y a veces camuflada en términos más modernos, dónde va a parar, como el employee engagement que suena mucho más… anglosajón.
Leía la semana pasada un reciente estudio de la consultora Llorente & Cuenca que analizaba la situación de partida de numerosas empresas y las posibles consecuencias de aprovechar plenamente las posibilidades que ofrece la comunicación interna en favor de la motivación y el compromiso de sus empleados.
El reto es mayúsculo, dado el tradicional desdén con el que buena parte de las empresas ha tratado a sus empleados. En el sector público, que conozco con cierto detalle, existen muy pocos casos de instituciones que hayan realizado una apuesta sincera por la mejora del clima laboral y el compromiso de los trabajadores.
Esto explica por qué, según datos recogidos en el estudio, el 70 % de los trabajadores afirman no estar comprometidos con su trabajo.
Además, la razón mayoritaria por la que los empleados abandonan su puesto de trabajo es por la falta de motivación y alineación con los objetivos empresariales. Las empresas piensan, sin embargo, que la causa principal es económica.
Fallamos en el diagnóstico y así es casi imposible aplicar el remedio adecuado.
Más allá de este aspecto, se obvia igualmente que los empleados gozan actualmente de una credibilidad y reputación muy superior a la de sus responsables, según revela año tras año el Edelman Trust Barometer. Con lo que, sin necesidad de hilar muy fino, fácilmente podemos intuir en qué elementos debemos apoyarnos para edificar y difundir una determinada imagen pública.
¿Y cómo se consigue esa vinculación emocional entre empleados y empresa?
Más allá de pócimas milagrosas, comienza por escuchar, ponte en el lugar del empleado, muéstrate cercano y apoya cada declaración y medida que asumas con una demostración práctica. Ofrece ejemplo para generar credibilidad y confianza.
A partir de ahí, podrás establecer una conexión emocional entre marca y empleado, entre empresa y trabajador. Pero solo entonces.
Si convertimos al empleado en el eje de la comunicación, tendremos muchas más opciones de asentar determinados valores y edificar una cultura corporativa sólida y consistente para posteriormente, y lo que es más importante, trasladarlos al resto de nuestros públicos de un modo creíble.
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Este artículo está dedicado a Nieves Escorza, que el próximo 1 de julio retomará sus responsabilidades en el ayuntamiento de Pinto (Madrid), con el mejor de mis deseos y el convencimiento de que trasladará buena parte del espíritu de este texto a una organización que pronto podrá comprobar los resultados.
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Fuente de la imagen: Freedigitalphotos