¿Los límites del 2.0? Básicamente los mismos que los del 1.0

Acabo de leer un manifiesto colectivo sobre los límites del 2.0 [Enlace ya no disponible] en el ámbito político donde se analizan, desde diferentes puntos de vista, las implicaciones, retos y dificultades que para ciudadanos y políticos representan las nuevas herramientas que los Social Media ponen a nuestra disposición.

A pesar de la calidad de los análisis que se realizan, o precisamente por eso, la principal conclusión que saco es que no existen nuevos límites, son exactamente los mismos que existían antes porque básicamente se trata, como casi todo en esta vida, de personas; y aspectos como la voluntad, el interés, el compromiso, la visión, la sinceridad, la transparencia, la humildad, la empatía, la accesibilidad, la cercanía… jamás pueden depender del medio que se utilice.

Segunda conclusión. Se habla mucho del entorno 2.0 y todo lo que representa pero la política tradicional, entendida como la que ejercen la mayor parte de sus actuales protagonistas y prácticamente todas las estructuras políticas, al menos en España, no cree todavía en él. «La opacidad (…) está en el ADN de la política» (Albert Medrán).

Tercera conclusión. Frente a esta realidad, han de ser los ciudadanos los que reclamen nuevos espacios de participación y exijan ser escuchados y tenidos en cuenta. «La ciudadanía quiere (…) menos ruido y menos propaganda. Quiere comunicación directa y soluciones, relaciones personales (…) y poder dar sus ideas y que sean escuchadas» (Xavier Peytibi).

Cuarta conclusión. Este cambio de modelo es casi una obligación en las administraciones públicas que deben estar, en el sentido más literal de la palabra, al servicio de. Y han de potenciar -y utilizo conceptos del artículo de Carlos Guadián-: la escucha activa, la constante adaptación al ciudadano, la confianza o la accesibilidad, con servicios online pero también presenciales.

Conclusión final. De nada nos sirven las nuevas oportunidades, los nuevos medios, las nuevas herramientas.. si no tenemos la voluntad de aprovecharlos. Es preciso «un cambio de actitud en quienes gestionan los servicios, en quienes los ejecutan y sobre todo en quienes los reciben» (Carlos Guadián).

¿Y si este cambio que cada día demandan más ciudadanos no se produce?

Será también, sin duda, la responsabilidad de toda la sociedad porque nos acomodamos, delegamos y no demandamos nuevas actitudes, nuevas estructuras y, sobre todo, nuevas personas.