La transparencia es un derecho y no una concesión

Muchos de los críticos con el movimiento 15M arguyen que la democracia real es la que se expresa cada cuatro años en las urnas. En este discurso, el protagonismo recae -de forma absolutamente interesada- en los partidos políticos y sus representantes.
 

Este argumento es cierto pero solo en parte. La democracia incluye el voto, por supuesto, pero no excluye otra serie de prácticas de las que actualmente carece la sociedad española.Como por ejemplo una ley de libre acceso a la información que asegure y facilite la consulta de los datos públicos, actualmente custodiados -cual precioso tesoro- por las administraciones.

Un derecho cercenado por unas instituciones, con un miedo cerval a todo lo que implique luz, transparencia y participación ciudadana. [El que piense que exagero que acuda con su mejor voluntad a cualquier ayuntamiento y solicite el importe desglosado de la deuda municipal. El que lo logre tiene barra libre de cerveza pagada por un servidor].Afortunadamente para todos (aunque algunos, me temo, todavía lo ignoran), las cosas han comenzado a cambiar.La enorme crisis económica y política que vive España ha hecho posible que la diferencia existente entre los poderes públicos y los ciudadanos no solo se traduzca en desdén, alejamiento y abulia. 

También ha impulsado el resorte de la reivindicación, de la oposición responsable, con propuestas y soluciones a problemas palpables.

Y de momento, a pesar de que no era un tema prioritario ni urgente, algo ha comenzado a moverse, con la promesa de una ley para las próximas semanas.

Solo queda esperar para ver si se apuesta por un proyecto legislativo ambicioso -que nos acerque a países como Suecia o Noruega- y que marque una dirección inequívoca en favor de ensanchar la democracia, fortalecerla, compartirla, enriquecerla…

Porque contrariamente a lo que muchos piensan, estas reivindicaciones no se dirigen contra nadie sino que se realizan en favor de todos.

O como afirma, con más razón que un santo, Ismael Peña, profesor de la Universidad Oberta de Cataluña, en uno de los artículos que acompañan a esta entrada: «El sistema no es inflexible ni está anquilosado. Era eficiente y eficaz para una sociedad industrial, pero no es ni eficiente ni eficaz en la sociedad de la información». Internet, explica, ofrece la oportunidad de «repensar todo el marco».
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  • El triunfo de los perdedores

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