La comunicación cura a pacientes y organizaciones con efectos sanadores que van más allá de una patología concreta. Enrique Sueiro

La formación y experiencia científica de Enrique Sueiro dan a todos sus textos un plus didáctico que los hacen enormemente recomendables. Hace sencilla la explicación de las virtudes de la comunicación para el éxito personal y profesional y convence de su necesidad.

Por eso me ha parecido interesante compartir una publicación colectiva en la que ha participado con un artículo delicioso, sobre la comunicación y sus efectos terapéuticos en aspectos como la comunicación interna o la gestión y el liderazgo.

[Podéis consultar el artículo completo -así como otros también recomendables entre los que se incluye uno sobre comunicación de crisis, escrito por Enrique Alcat– haciendo clic en la fotografía que encabeza este artículo].

Algunos de los detalles más interesantes que, a mi juicio, recoge Sueiro son:

Comunicación interna

Lo sabíamos, ella lo sabía, sabíamos que ella lo sabía, ella sabía que nosotros lo sabíamos, y nadie hablaba de ello cuando estábamos juntos. Mantuvimos la mascarada hasta el final.

Así describe el cirujano Sherwin B. Nuland, en su libro Cómo morimos, la pseudocomunicación con su tía Rose, a quien ocultó el diagnóstico mortal de su enfermedad.

Cuándo hablar y cuándo callar

Habla siempre que callar agrave la situación.

Calla siempre que hablar empeore la situación.

Dirección y gestión de personas

Diriges si comunicas; y si comunicas, diriges aun sin cargos.

Hemos de pasar del CEO (Chief Executive Officer) al CLO (Chief Listening Officer).

Escucha

Los nuevos líderes no se preocupan tanto por su elocuencia al hablar, sino por su efectividad al escuchar.

Prevención

Como sucede con frecuencia con ciertos tumores, curarlos depende de su detección precoz.

Ruido

El bien no hace ningún ruido y el ruido no hace ningún bien.

Valores y coraje

El expresidente de la extinta URSS Nikita Kruschev, en una reunión con periodistas en Estados Unidos.

Primera pregunta: «Hoy ha hablado usted de la horrible política de su predecesor, Stalin. Usted fue uno de sus más estrechos colaboradores y colegas durante esos años. ¿Qué estuvo haciendo usted durante todo ese tiempo?».

El rostro del dirigente soviético se transformó y su volumen ascendió a grito: “¿Quién pregunta esto?”. Silencio. Repitió su interpelación.

Ante el silencio expectante, confesó: “Esto es lo que hacía yo”. O sea, enmudecer.

La verdad es la mejor defensa para los honestos.

Necesidad de tomar perspectiva

Tres consideraciones finales, a propósito de la vuelta en avión de cualquier viaje:

Primera: qué útil tomar distancia, altura y perspectiva para encuadrar en su marco lo que, a ras de suelo puede parecernos gigante y grave. Casi todo es más pequeño y menos importante, empezando por mí mismo.

Segunda: desde el avión, las nubes están más cerca y se perciben de otro modo. Si eso ocurre con algo tan inofensivo y natural, por qué no aplicar ese juicio en situaciones y con personas. El ser humano y sus organizaciones son más complejos y contradictorios de lo que apenas se atisba desde fuera.

Tercera: el sol siempre está, aunque sólo sobre las nubes podemos constatarlo sin condiciones. La existencia de realidades es independiente de mi capacidad de percibirlas. Por tanto, resulta prudente evitar o atenuar los juicios definitivos sobre las personas.

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