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Si imagináramos una empresa como un Estado, la comunicación interna debería ser su Constitución.

Debería ser el marco que guiara las relaciones internas y que permitiera asegurar derechos y obligaciones, valores y objetivos, y permitiera unir voluntades en favor de unos resultados conjuntos mejores.

Como filosofía no está mal. El problema es que su cumplimiento es más bien escaso, y no hay mecanismos sancionadores, más allá de las oportunidades que las empresas están perdiendo.

Para los que quieran animarse a confiar en la comunicación interna o para aquellos que quieran fortalecer la ya existente, a continuación ofrezco un decálogo, basado en el artículo que aparece citado al final:

  •  Compartir información no es comunicar

En muchos entornos, aún se quiere pensar que compartir información, determinada información y casi siempre la que interesa a la organización, es más que suficiente. Si la otra parte no puede participar en el proceso, la información que reciba estará cada vez más deslegitimada y se le prestará menor atención.

  • Si quieres empleados comprometidos, responsables…, trátales como tales

Si no, si continúas tratando a tus empleados como niños, no te sorprendas de los resultados. Son ya mayorcitos para recibir la información, toda la información y de un modo transparente, que afecte al presente y futuro de la empresa y de tu trabajo.

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  •  La comunicación debe estar alineada con la estrategia de la empresa, y los empleados son claves

Ayuda a cada empleado a entender qué papel juega, cuáles son sus responsabilidades y qué parte le corresponde de los éxitos, o fracasos, de la organización.

Solo así se puede generar un auténtico sentimiento de compromiso y lealtad, de vinculación personal con los objetivos de la empresa (que también serán, en parte, los de cada trabajador).

  • En el entorno actual, la flexibilidad y capacidad de reacción son capitales

El cambio es lo único constante, Lou Marinoff

Cada empleado debe tener la confianza suficiente para moverse con soltura y agilidad en el ámbito de sus responsabilidades. Y para ello, el primer paso es conocerlas y el segundo, recibir el respaldo de la empresa.

  • Para poder medir los resultados, debemos establecer claramente el punto de partida y la meta (estrategia)

Cuál es nuestro propósito, qué esperamos conseguir, cómo lo vamos a hacer… son preguntas básicas que conviene interiorizar y compartir antes de abordar ninguna tarea.

  • Si quieres ideas que mejoren el negocio, promueve la participación

La información -incluso si es honesta, transparente y atiende, también, al interés del receptor- solo es una parte del camino. El verdadero valor surge de la participación, del diálogo, de las críticas, del deseo de mejorar y poder expresarlo. Si lo suscribes, facilita la participación, promuévela, prémiala… Quizá te sorprendas de los resultados (también de los económicos).

  •  Flexibilidad y entorno líquido requieren un aprendizaje continuo

Si los cimientos han dejado de ser firmes e inamovibles y requieren flexibilidad y adaptación al cambio, el aprendizaje como empresa y como individuos debe ser una constante.

Considera una empresa como un ser vivo, casi en peligro de extinción. Mantente alerta, evoluciona, avanza… pero nunca pienses que el éxito pasado te garantiza nada.

Incluso, utiliza la formación como fórmula para incentivar, ofrecer nuevas responsabilidades, apuntalar las que cada empleado ya tiene… El trabajador se sentirá reconocido (y agradecido) y la empresa aumentará su valor, como mera suma de los valores de los individuos que trabajan en ella.

Artículo basado en 11 laws of internal communications

Artículo relacionado: 11 things you can do to increase employee productivity

Fuente de la imagen: Freedigitalphotos

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3 Comentarios

  • Eva
    Posted 06 mayo 2015 13:03

    Estoy de acuerdo con todo el articulo, me gusta y en cuanto a "El verdadero valor surge de la participación, del diálogo, de las críticas, del deseo de mejorar y poder expresarlo" creo que es óptimo.

    • Luis Miguel Díaz-Meco
      Posted 06 mayo 2015 13:52

      Muchas gracias, muy amable, Eva. Y tal y como comentas, casi llegaríamos a la excelencia si fuéramos capaces de aplicarlo 😉

      Un cordial saludo.

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