La comunicación en determinadas entidades o instituciones públicas es casi siempre un drama.
La #comunicación en determinadas entidades o instituciones públicas es casi siempre un drama. A la falta de estrategia hay que añadir el trato diario con políticos que carecen de visión y solo ven en ella un medio Share on XY no porque la crisis sea ya el elemento central de muchas estrategias de comunicación, sino precisamente por la ausencia de esta estrategia.
Eso sí, ante la cercanía de las elecciones, los políticos -sin importar signo, credo o color- huelen la sangre, como los tiburones, y desempolvan sus cuentas en redes sociales, algunos incluso las crean ex profeso, conceden entrevistas sobre lo divino y lo humano y aparecen en actos que ellos mismos ignoraban que se organizasen.
La falta de interés, conocimiento y apuesta por la comunicación se transforma, en días, en el elemento central de la acción política: todo hay que comunicarlo. El resto pasa a un segundo plano.
Las cuentas institucionales ceden paso a las iniciativas (ocurrencias) personales de políticos, en muchos casos, sin capacitación ni experiencia.
Las personas que se encargan de su gestión sufren inútilmente para evitar que la imagen institucional se vea salpicada.
Pero sin plan, estrategia, directrices… ¿Qué puede salir mal?
La reputación de una institución, que cuesta tanto tiempo y esfuerzo edificar y sostener, se tambalea en unos meses, gracias a la irresponsabilidad de algunos políticos que utilizan como propios recursos ajenos.
Porque, si la percepción es la realidad (Al Ries), qué realidad estamos mostrando.
Mientras los ciudadanos asisten atónitos a un baile de vanidades sobre cuestiones que le interesan poco o nada, mientras sus problemas y preocupaciones permanecen ajenos a la agenda oficial.
Convendría detenernos a valorarlo antes de lanzarnos al espacio público. Aunque quizá, para esta ocasión, sea ya un poco tarde.
Este texto es una recreación de la situación que viven un gran número de instituciones públicas en España en estos momentos. Ojalá no te veas reflejado
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