Todo el mundo tiene derecho a mi opinión

Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas, Albert Einstein

Hay disciplinas de las que todos afirmamos (incluso presumimos de) tener conocimientos.

En algunas muy populares, como el fútbol, podría entenderse el afán por intervenir, casi siempre desde la ignorancia o los sesgos ideológicos y sentimentales, y por criticar decisiones tomadas por profesionales.

En otras, como la medicina o la ingeniería, nos parecería impensable –si bien en España somos muy osados que personas legas propusieran tratamientos alternativos a un médico o soluciones técnicas paralelas en obras civiles.

Y la comunicación, por desgracia, entra de lleno en el primer caso, vamos que es un poco como el fútbol.

Da igual tu formación o cargo en la empresa o institución, todo el mundo se cree con derecho de opinar, casi siempre, de lo que no conoce.

Las opiniones me parecen todo lo que se quiera menos respetables. Todas las opiniones son discutibles, si no fueran así dejarían de ser opiniones para convertirse en axiomas o dogmas. Fernando Savater, Diccionario filosófico

Es más en nuestro afán por reducir las barreras de entrada, o la dificultad de determinadas actuaciones, se suele menospreciar el trabajo de los profesionales de la comunicación como algo sencillo, casi rutinario, y carente de valor. Cualquiera puede hacerlo.

Entornos como la política son particularmente sensibles a adueñarse de competencias ajenas. Y eso que la labor de un responsable público debería limitarse, por este orden, a gestionar adecuadamente recursos y servicios y comunicar lo que se hace.

En demasiadas ocasiones no solo se invierten los términos sino que se deja a un lado a los profesionales de la comunicación para asumir personalmente funciones para las que no se está preparado.

La ignorancia frecuentemente proporciona más confianza que el conocimiento, J. Kruger y D. Dunning

Y la autocrítica también debería estar presente en este diagnóstico. Muchos asesores, profesionales de la comunicación, traicionan principios básicos de su labor (transparencia, honestidad, capacidad crítica…) por unas palmaditas o reconocimientos, ajenos a la esencia de su labor.

Y así es muy difícil que nos tomen en serio.


Fuente de la imagen: Unsplashed

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