La comunicación siempre ha sido un territorio abonado a la exageración.
Parece poco profesional gestionar la reputación de una empresa o marca a partir de sus principios, valores… y errores, reales.
Todo ha de ser maximizado, embellecido, fortalecido…
Desnaturalizamos la realidad, apostando contra valores eternos de la comunicación como la transparencia, la honestidad o la integridad.
Y lo paga la profesión y la propia reputación del producto, servicio o marca a los que tratamos de lustrar.
Algunos ejemplos muy sencillos y que no dejan de tener su lado cómico:
- Piensa en cuántos CEO hay en LinkedIn. Me atrevería a decir que más que empresas
- Y cuántas compañías se presentan como líderes, no ya nacionales, sino mundiales en su sector.
- Si preguntas a cualquier persona por los términos asesor de comunicación y política, ¿cuál es su percepción?
Esto es algo que inequívocamente conduce a la desconfianza, en ocasiones a la desinformación.
Las relaciones públicas atienden mucho mejor a la imagen de la lluvia fina que a la del chaparrón.
Las relaciones públicas atienden mucho mejor a la imagen de la lluvia fina que a la del chaparrón Compartir en XNos dejamos cegar por el destello del relámpago y el ruido ensordecedor del trueno que, sin embargo, desaparecen tan rápido como llegan.
Los atajos en comunicación no funcionan.
Apóyate en una firme(a) ética y haz tu trabajo.
Hay tres lados en cada historia: el tuyo, el mío y la verdad
Trata siempre de no traicionar el tercero y aprovecha las enormes posibilidades que siempre nos ofrece la comunicación.
Hay una gran cantidad de recursos a nuestro servicio: la capacidad de persuadir, el manejo de las emociones, la construcción de historias…
Pero no hagas trampas.
Si las empresas quieren que se hable bien de ellas, tienen que hacer las cosas bien y comunicarlas adecuadamente, Juan Rosell
Tan fácil de enunciar como difícil de conseguir.
Artículo basado en: Does the PR industry have an image problem?
Fotografía: Pexels