La empresa X, líder mundial en soluciones para algo incomprensible, se enorgullece en anunciar nada de gran importancia para (casi) nadie.
¿Te suena, verdad?
Cuando todo es importantísimo, nada lo es, lo realmente importante pierde valor.
Y si periódicamente anunciamos algo que va a cambiar el destino de la humanidad, quizá nos vayamos a quedar igual que estamos.
Los comunicados de prensa, anuncios, noticias… (elige tú el nombre) han sufrido más atentados que el correo electrónico, pero ahí siguen, vivitos y coleando.
Variemos el formato, adecuémoslos a nuevos públicos y hábitos, pero mantengamos la esencia:
- Escribe solo cuando haya algo que merezca la pena escribir. ¿Obvio? No tanto.
La comunicación, ahora menos que nunca, no debería medirse al peso. La reputación no depende de la cantidad, sino de la calidad.
- Si hemos superado este primer filtro, asegúrate de que escribes sobre algo que a la gente le puede interesar. Menos yo, y más vosotros (ellos).
Recuerda las siglas que responden a lo que todos nos preguntamos cuando nos acercamos a una empresa, una marca, un producto, un servicio: Qué Saco Yo De Esto (QSYDE).
- En cuanto a las imágenes, especialmente si hablamos de comunicación gubernamental o de instituciones públicas, elimina a las personas (políticos).
Terminan por provocar rechazo, incluso en personas neutrales ideológicamente.
- Lo más importante, primero; lo segundo más importante, después. Y así, sucesivamente, hasta el final (donde es probable que no llegue casi nadie).
El contexto, la historia de la empresa, la innata capacidad emprendedora de sus fundadores…, aquí.
Y no siempre es preciso llegar aquí 😊. Menos es más.
Es mucho mejor alimentar las expectativas que saciar al público y que abandone antes de tiempo.
- Y si, en lugar de un texto, somos capaces de condensar la información más relevante en una imagen o un gráfico atractivo, ya nos coronamos.
Porque si alguien comenta que determinada acción de comunicación se realiza porque “siempre se ha hecho de esta manera”, no hay necesidad de discusión; esa práctica merece cambiarse.
Artículo inspirado en 4 bad communications habits to leave in 2023
Fotografía: Unsplash