Callando es como se aprende a oír; oyendo es como se aprende a hablar; y luego, hablando se aprende a callar, anónimo
La escucha se ha convertido en la nueva transparencia. Todo el mundo la alaba, predica sus virtudes…, pero a la hora de ponerla en práctica siempre surgen problemas.
Tras la lectura de un artículo en Harvard Business Review (Can your employees really speak freely?), me ha parecido interesante reflexionar sobre hasta qué punto se dan las condiciones necesarias, en muchas organizaciones, para promover esta escucha y facilitar que los empleados trasladen a la organización sus ideas.
Porque el diálogo comienza ineludiblemente por la escucha. Y en una organización, obviamente, las voces que necesitamos atender son muchas.
Aludir de forma genérica a una política de puertas abiertas o a invitaciones a que cada empleado plantee las cuestiones que estime no dejan de ser una muestra de buena voluntad…, pero con escaso resultado práctico.
Si no existe una cultura asentada en la empresa, los empleados recelan de estos repentinos intereses por conocer su opinión. Básicamente por dos motivos: pueden pensar que no va a servir para nada o, lo que es peor, tener consecuencias negativas, si se trata de una crítica.
Cómo hacerlo, entonces, para tener ciertas esperanzas de éxito:
- Institucionaliza la escucha. Haz que forme parte de los valores y de los métodos habituales de la empresa. Informa regularmente de las reuniones y los encuentros, incluso a quienes -en esa ocasión- no estén convocados y diseña perfectamente la agenda de las reuniones para que respondan exactamente a su propósito, sean ágiles y ofrezcan resultados.
Si lo convertimos en un proceso habitual, limitaremos la desconfianza. Si no, puede parecer que solo nos interesa la opinión de los empleados cuando van mal las cosas, por ejemplo 😉
- Sé transparente, con la agenda de las reuniones, los temas tratados, las consecuencias que se obtienen…
- Y completa el círculo, no te quedes a medias. Traslada a toda la organización los resultados, qué se va a cambiar y agradece públicamente las contribuciones que lo han hecho posible. Iremos generando un sentimiento de complicidad e interés que se alimentará poco a poco…
En resumen:
La institución en su conjunto, y los empleados individualmente, puede ofrecernos valiosas lecciones, que están ahí, esperando que alguien las extraiga y utilice en beneficio de todos.
La gestión de esas voces nos permitirá mejorar la motivación, el compromiso, la implicación y se traducirá, consecuentemente, en una mejora del desempeño individual y de los resultados, también económicos, globales.
¿Me oyes?
Fuente de la imagen: Freedigitalphotos