Sin horizontes no veo ni de cerca, Ángel Gabilondo
Parece obvio que los objetivos son básicos en la vida, no digamos ya en una actividad económica.
Un estudio reciente de Corporate Excellence nos muestra cómo el propósito está directamente vinculado con la reputación.
De hecho, las empresas con un objetivo definido y activado logran una mejor reputación tanto entre sus empleados (83 %) como con sus clientes (69,5 %).
Parece obvio, por tanto, que el entorno actual favorece aún más el diseño y puesta en marcha de un plan que nos permita responder con mayor agilidad a la incertidumbre que vivimos.
En la investigación también se subraya que la capacidad de gestión ocupa la primera posición en las capacidades empresariales más demandadas.
Y dentro de esta capacidad, el compromiso con los empleados y la comunicación y el márquetin figuran como las más relevantes para el futuro (presente) que vivimos.
En esta misma línea, otro estudio realizado por ICPlan y Donhead Consultants ofrece conclusiones complementarias.
Dentro del ámbito exclusivo de la comunicación, los profesionales que se toman en serio la planificación obtienen mejores resultados.
Sin embargo, casi un 40 % de las empresas participantes manifestaron no tener un plan de comunicación. Y eso que casi un tercio eran organizaciones de más de 20 000 empleados.
Ahora, traslada estos datos a un contexto como el español, con un gran peso de la pequeña empresa y una tradición aún escasa de apuesta por la comunicación corporativa.
Si tenemos cierta garantía de éxito y conocemos la receta, qué nos impide ponernos en marcha.
Failing to plan is planning to fail
Para cambiar el mundo se necesitan 2 cosas: 1) Un plan para cambiar el mundo, 2) Un plan de comunicación del plan para cambiar el mundo. Hugo Pardo Kuklinski
Así que, ya sabes, comienza por el primero, pero no olvides el segundo
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Fuente de la fotografía: Unsplash