En los últimos tiempos se ha suscitado un debate, en ocasiones próximo a lo sobrenatural, sobre el futuro del periodismo.
Sin darnos cuenta, o quizá sí, se aplaza a un tiempo venidero los enormes desafíos presentes de una profesión que goza cada vez de un menor crédito social y de un mayor desprecio por parte de los responsables de las empresas de comunicación.
Por ello es loable la aparición de colectivos como BCNMediaLab que reclaman una reflexión sobre el periodismo y su función en una sociedad democrática moderna. En su planteamiento inicial apuesta por la reinvención del periodismo con un decálogo lleno de sentido común, del que me gustaría llamar la atención sobre los puntos 4, 7 y 9:
- El periodismo necesita recuperar su función social
- El periodismo ya no pertenece en exclusiva a sus instituciones y empresas tradicionales.
- Para que exista un periodismo de calidad se debe garantizar unas condiciones jurídicas y laborales adecuadas para la persona que lo ejerce.
Algunos responsables de medios ya afirman tener claro este modelo y afirman que el futuro de las redacciones pasa por la integración multimedia y por el pago por la información, que se deberá trabajar simultáneamente en cuatro plataformas: edición impresa, Internet, tabletas electrónicas y teléfonos móviles y que habrá que adaptar el estilo narrativo a cinco formatos: alertas, artículos escritos, podcasts, vídeos y comentarios en redes sociales. Quién lo diría a tenor de los bandazos que se dan… Y lo que aún nos queda por ver.
El profesor de Comunicación de la Universidad de Navarra José Luis Orihuela esbozó recientemente en el encuentro mensual Café & Periodismo algunas recetas: «volver a pensar la profesión a la luz de sus valores originales, entendiendo que el periodismo consiste en buscar la verdad, servir a la gente, controlar al poder y representar la realidad».
A la vista de los resultados, parece enormemente más fácil realizar el diagnóstico que sanar al enfermo.