Se habla mucho del futuro (presente continuo) de la comunicación.
De las cualidades que han de distinguir a sus profesionales, de sus habilidades imprescindibles para no quedarse atrás, para ser capaz de ir marcando los cambios y hacer evolucionar a las organizaciones…
Y, a veces, nos olvidamos de los clásicos; esos que -también en comunicación- todos damos por supuestos pero constituyen la base sobre la que edificar un buen ejercicio profesional.
Y ahí la capacidad de escribir bien (de influir, de convencer, de persuadir) sigue siendo imbatible.
Aún hoy, la capacidad de escribir bien (de influir, convencer y persuadir) sigue siendo imbatible #comunicación Compartir en XEscribir es todavía la base de casi todo lo que hacemos en comunicación.
- Si apuestas por un vídeo, necesitas un guion.
- Si gestionas redes sociales, necesitas una agilidad y un empaque que solo te dan el haber escrito mucho y hacerlo bien.
- Si preparas una intervención (para ti o para tu señorito, como diría el gran Juan de Dios Orozco) o presentas un proyecto, su éxito es muy probable que dependa de cómo traslades tus ideas, que siempre han de pasar previamente por la escritura.
Un estudio reciente, del que se hacía eco el portal PR Daily, indicaba que el 64 % de las empresas consideran que nunca el lenguaje había sido tan importante como ahora.
Pero que el 37 % no dedican el tiempo suficiente a los contenidos y el 51 % no es capaz de crear mensajes consistentes en todos los canales, alineados con la marca.
Mientras algunos esperan que la tecnología (inteligencia artificial) solucione nuestros problemas, bien haríamos en cultivar(nos) y apostar por la cualidad básica de cualquier comunicador.
Porque los contenidos de calidad seguirán marcando nuestra labor.
Y en el peor de los casos, escribir bien te ofrecerá oportunidades en subgéneros de la comunicación persuasiva como la novela 
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