Toda persona, empresa, institución o sociedad, para sobrevivir necesita aprender al menos a la misma velocidad a la que cambia el entorno. Y si quiere progresar, tendrá que hacerlo a más velocidad, José Antonio Marina
Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos incapaces de aprender, desaprender y reaprender, Herbert Gerjuoy

Ya vislumbramos el peligro, pero no lo suficiente.

Todos somos conscientes de los cambios diarios que nos impone la tecnología en campos como la robótica, la inteligencia artificial, el machine learning

Cambios que asumimos de forma progresiva, casi natural, en nuestro ámbito personal pero que no siempre trasladamos de forma consciente al entorno laboral.

Existe una responsabilidad personal, ineludible, de mejorar, formarnos y crecer profesionalmente. Pero también convendría que empresas e instituciones fueran conscientes de que solo si invertimos en las personas, en nuestros empleados, podremos transformar el peligro, las posibles amenazas, en una oportunidad de mejorar como profesionales, de la mano de la tecnología.

 

La tecnología no tiene ideología. No se trata de derecha o de izquierda, estamos perdiendo la orientación: se trata de permanecer estancados, cuando no retroceder, o ir hacia delante

Un reciente estudio del Foro Económico Mundial evidenciaba este cambio de escenario:

Se espera que, en 2022, el 59% de los trabajadores encuestados hayan modificado significativamente la forma en que producen y distribuyen sus productos (…), dicha estrategia debería tener en cuenta el horizonte más amplio de las actividades que añaden valor y que pueden ser realizadas por los trabajadores humanos, a menudo como complemento de la tecnología.

Los empleados que buscan prosperar en la nueva economía necesitan tomar medidas para volver a capacitarse y alcanzar las habilidades requeridas para los 133 millones de puestos de trabajo de nueva creación. En 2022, el 54% de todos los empleados necesitarán mejorar sus cualificaciones, y no siempre podrán contar con la ayuda de los gobiernos o de las empresas para llevar a cabo dicha transición.

Aprendizaje activo, creatividad, originalidad, iniciativa, pensamiento crítico, liderazgo, influencia social e inteligencia emocional son algunas de las habilidades, propiamente humanas, que facilitarán que los empleados estén más preparados para las oportunidades de trabajo. Las empresas tendrán que reestructurarse para seguir siendo competitivas, utilizando la IA y el aprendizaje automático para potenciar su personal humano, no para reemplazarlo.

Fuente: nae.global

Desde el punto de vista político no podemos esperar milagros. Existe una evidente desincronización de sus hábitos respecto a las realidades sociales y económicas, no digamos ya las tecnológicas.

Con responsables que legislan sobre asuntos que directamente no comprenden.

Y a título individual, bien haríamos en ser conscientes de la realidad y no en tratar de amoldarla a nuestra ideología o conveniencia.

Nos jugamos demasiado. Incluso aquellos que todavía lo ignoran .

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