Si bien aún resta algo de tiempo para que la agenda política comience a monopolizar las conversaciones y los medios, conviene ir abriendo boca.
Para ello, comparto una entrada del blog de Luis Arroyo sobre la simbología política que subyace detrás de las palabras. Fruto de una encuesta, en la que participó el autor de este blog, queda patente cómo en muchas ocasiones la percepción de determinados valores viene marcada por conceptos alejados de una interpretación estricta de la realidad.
Algunas de sus conclusiones más llamativas son:
- El rigor es conservador (82% de los encuestados) y la creatividad, progresista (91%).
- La música clásica, conservadora (76%) y el rock, progresista (90%).
- El frío, conservador (75%) y el calor, progresista (73%).
- La línea recta, conservadora (55%) y el círculo, progresista (60%).
- El espermatozoide es mayoritariamente conservador (40%) y el óvulo, progresista (48%).
- El té es conservador (56%) y el café, progresista (54%).
Por otro lado, Ignacio Martín Granados recogía en su blog Comunicación (política) y Relaciones Públicas un artículo de la revista Campaigns & Elections sobre Los siete pecados capitales de un candidato, por este orden:
- La ignorancia
- La inocencia
- La ceguera política
- La soberbia
- La imprudencia
- La falsedad
- El olvido
Una explicación, sin duda, mucho más científica de por qué determinados candidatos tienen más posibilidades de imponerse a sus oponentes.
En ocasiones, sin embargo, sólo queda abrazar la simbología para intentar explicar algunos resultados electorales. Y ni aun así…