He retrasado la publicación de esta última entrada de la temporada para hacerla coincidir con mis vacaciones, un periodo –sobrevalorado, en mi opinión- en el que se depositan tantas esperanzas, deseos, propósitos… que casi nunca resulta pleno.
Confieso que no tengo ese problema. Me lo planteo como un cambio de hábitos, notable, en el que hago lo que más me apetece en cada momento, sin mayores pretensiones.
No quisiera dejar pasar la oportunidad de agradeceros nuevamente vuestra fidelidad y anunciaros que estaré de vuelta a finales de agosto (no todo iban a ser buenas noticias 😉
Nueva temporada, nuevas ilusiones y nuevos artículos en torno a la comunicación. Espero que sigáis ahí.
Mientras tanto, os dejo algunas de las reseñas publicadas en el blog sobre libros que he leído en el último año y que os recomiendo para este o para cualquier otro periodo.
- ¡Influye! Enrique Alcat. Imprescindible para los que quieran conocer las claves de la influencia y la persuasión en cualquier ámbito.
- Y Google cómo lo haría. Jeff Jarvis. Un clásico de los cambios y las oportunidades que nos brinda la tecnología y sus usos, en torno al modelo de negocio de Google.
- Excusas para no pensar. Eduard Punset. Miscelánea sobre avances científicos en multitud de campos para reforzar aspectos de nuestra conducta.
- Gobierno abierto. VVAA. Obra coral sobre las oportunidades que presenta la apertura de la gestión pública a los ciudadanos en torno a conceptos como la transparencia, la participación y la colaboración.
- Los 7 hábitos para la gente altamente efectiva. Stephen R. Covey. Un clásico de la gestión empresarial cuyos conceptos se pueden aplicar a la conducta personal para mejorar nuestra actitud y nuestros logros.
- Superar la adversidad. Luis Rojas Marcos. Libro que debería ser obligatorio para cualquier persona que haya afrontado o quiera prepararse para una crisis personal. Sencillo, ameno y enormemente enriquecedor.
En la maleta me acompañan Lakoff, Frankl y Luntz sobre los que -dependiendo del resultado- ya os trasladaré mi opinión.
Disfrutad tanto como intentaré hacerlo yo y, parafraseando a Chesterton, ahora que tenemos más que tiempo que nunca, no lo perdamos con prisas.