Con frecuencia, la diferencia entre ser muy inteligente y ser muy tonto es muy pequeña, Amos Tversky
Michael Lewis tiene el mérito de reflejar en este libro la vida, principalmente la académica, la obra y la luz que aportaron a la psicología moderna Kahneman y Tversky, sin apenas inmiscuirse. Se lee como una biografía, contada en tercera persona, y sirve -además- de excelente altavoz de la brillante obra de estos dos genios.
Si la conoces, te encantará. Si no, te ofrece un excelente incentivo para que lo hagas .
La labor de ambos fue principalmente la de deshacer errores, los propios de nuestra mente y de una ciencia que confiaba entonces sobremanera en nuestra naturaleza racional.
Y lo mejor es que buena parte de estos errores son, en muchas ocasiones, predecibles y sistemáticos. Veamos por qué:
- La gente es (somos) infinitamente complicada.
- El mundo no es solo un escenario. Es un casino y nuestras vidas son juegos de azar.
- La gente predice inventando historias. Vivimos en la incertidumbre, te guste o no. La gente acepta cualquier explicación que se ajuste a los hechos. Solemos esforzarnos mucho por obtener información que ya tenemos y evitar los conocimientos nuevos.
- En condiciones de incertidumbre, no basamos nuestras predicciones y juicios en cálculos de probabilidades ni teoría estadística. Aplicamos un número limitado de sesgos que a veces dan lugar a juicios razonables y otras veces conducen a graves y sistemáticos errores.
- Una vez que hemos adoptado una hipótesis o explicación particular, tendemos a exagerar mucho la probabilidad de esa hipótesis y nos resulta muy difícil ver las cosas de otra manera.
Es asombroso lo aburridos que son los libros de Historia, teniendo en cuenta que gran parte de su contenido es inventado
- Se toman decisiones cruciales basándose en las intuiciones y preferencias de unos pocos hombres en posiciones de autoridad. La tarea del que toma decisiones no es (no debería ser) tener razón, sino calcular las probabilidades y jugar bien las bazas.
- La corriente tradicional economista tendía a pensar que las personas somos racionales. Y no somos racionales, científicos, lógicos. Lo que nos guía, sin embargo, son las esperanzas, los sueños, las emociones.
- Los seres humanos somos muy malos estadísticos intuitivos.
Nos parece una coincidencia notable que dos alumnos de la misma clase cumplan años el mismo día, cuando en realidad hay más de un 50 % de probabilidades de que en un grupo de 23 personas haya dos que hayan nacido el mismo día. ¡Pregunta a tus hijos!
- Los juicios de los expertos son menos de fiar que los algoritmos. Ante un mismo examen oncológico, los médicos a menudo se contradicen unos a otros. Y lo que es más sorprendente, si este mismo examen se le presenta pasado un tiempo a estos mismos médicos, son capaces de contradecirse a ellos mismos.
Por lo tanto si queremos saber si tenemos cáncer, más nos vale hacer caso al algoritmo creado por los investigadores que acudir a un radiólogo para que nos dé su diagnóstico.
Tal y como contestó Tversky a una pregunta en una ocasión:
Nosotros estudiamos la estupidez natural no la inteligencia artificial
A lo largo del texto, se repasan casi todos los descubrimientos que ambos realizaron en torno a nuestros sesgos y en cómo influyen en la toma de decisiones:
- Sesgos de confirmación, anclaje…
- El efecto halo
- Heurísticas como la de disponibilidad, representatividad…
- Aversión al riesgo
O mi favorito, en los tiempos que corren, el sesgo de retrospección:
Una vez que se conoce el resultado de algo, todos creemos que había sido mucho más predecible de lo que nosotros mismos hubiéramos juzgado antes.
Con mucha frecuencia, (casi todos) somos incapaces de predecir lo que ocurrirá, sin embargo, después de los hechos explicamos lo sucedido con muchísima seguridad.
Somos incapaces de predecir lo que ocurrirá, sin embargo, después de los hechos explicamos lo sucedido con muchísima seguridad 😉 Share on XY para terminar una anécdota que se narra en el libro:
Los estudiantes de doctorado en Psicología de la Universidad de Michigan tenían que pasar una prueba de aptitud en dos idiomas extranjeros. Curiosamente se aceptaba como opción las matemáticas (¿?) y no el hebreo (su lengua materna). Eligió matemáticas y francés. El examen consistía en traducir tres páginas de un libro escrito en ese idioma. El estudiante elegía el libro y el examinador las páginas que debían traducirse. Amos Tversky fue a la biblioteca y sacó un libro de matemáticas en francés, que no tenía nada más que ecuaciones. La universidad tuvo que declarar a Amos competente en francés.
Como vemos en ningún entorno estamos libres de sesgos y prejuicios… Pero siempre conviene conocerlos para aprovecharlos o evitar que se aprovechen de nosotros .
Fotografía de portada: Freerange