¿Qué pensarías si el dueño de la empresa en la que trabajas repartiera entre todos los empleados un 10 % de las acciones de la empresa? ¿Y si además ese porcentaje saliera directamente de su paquete de acciones? ¿Y si ese obsequio tuviera un valor medio, para cada trabajador, de 150 000 dólares?
Seguramente en tu empresa no se ha dado el caso, pero el fundador de la empresa de yogur griego Chobani, Hamdi Ulukaya, sí lo ha hecho. [La empresa, creada en 2005 y ubicada en el estado de Nueva York, tiene actualmente un valor entre los 3 000 y los 5 000 millones de dólares].
Más allá del aspecto económico, siempre el más espectacular, en esta historia se esconde un gesto de gratitud y generosidad que garantiza el compromiso y la fidelidad de los empleados a corto, y largo plazo.
El propio Ulukaya lo explica en la entrevista que concedió al New York Times: «he construido algo que nunca pensé que sería tan exitoso, pero no puedo imaginar que Chobani se construyera sin toda esta gente (…). Ahora van a estar trabajando para fortalecer la compañía y al mismo tiempo para construir su futuro».
De hecho, se estima que solo el 32 % de los empleados en EE. UU. están realmente comprometidos con el trabajo que realizan. Y la primera causa de frustración es la ausencia de reconocimiento de las empresas, de sus responsables, a los trabajadores.
Conductas como la de Chobani, que son absolutamente extraordinarias en el entorno empresarial actual, garantizan que los empleados se sientan valorados, al convertirlos en accionistas reales, y no solo morales, de la empresa, partícipes de su viabilidad y éxito futuros y, me aventuro a pensar, con un grado de compromiso bastante por encima de la media.
Ni las circunstancias ni la magnitud de esta acción permiten reivindicarla como una opción viable para otras muchas organizaciones, pero sí apunta directamente a los beneficios de apostar decididamente por la mejora del entorno laboral, favorecer la felicidad de los empleados y construir un entorno donde la creatividad y las ideas broten e insuflen vida al negocio.
De acuerdo con un reciente estudio de Gallup, la falta de motivación de los empleados estadounidenses supone anualmente entre 450 000 y 550 000 millones de dólares de pérdidas en productividad.
Y si aumentamos el compromiso y el interés de los empleados por su labor, por la marcha de su empresa, por los resultados…, ¿qué podemos esperar? Pues, que trabajen hasta un 16 % mejor (según esta misma investigación).
Dicho en castellano llano: a razón de catorce, siete la media 😉
Fuente de la imagen: Freedigitalphotos
2 Comentarios
Mister Hello
Bueno, la iniciativa tiene más de filantropía que de estrategia de fidelización interna. Es una gran idea pero por desgracia, sin continuidad en el tiempo. Cierto es que los empresarios deberían tener más miramientos con su gente, "en lo bueno y en la malo, en la salud y en la enfermedad…", pero que este tipo de noticias se difundan tanto significa que esto no es así. Lástimas. A ver si cunde el ejemplo…
Luis Miguel Díaz-Meco
Desde luego, José Manuel, no es un caso habitual ni que pueda ser aplicado por la mayor parte de las organizaciones. El artículo trataba de llamar la atención sobre la necesidad, como comentas, de contar con los empleados y hacerles partícipes de un proyecto común, como fórmula de crecimiento individual… y colectivo. Gestos así son extraordinarios, pero empresas que hagan de la comunicación interna una apuesta estratégica tampoco hay demasiadas 😉
Gracias por el comentario, José Manuel, y un cordial saludo!