Existe un desajuste innegable entre lo que la ciencia sabe y lo que las empresas hacen, Daniel H. Pink
Al hablar de comunicación interna, y de su situación particular en buena parte de las empresas, surge siempre la dificultad de contraponer lo que nos dicta la lógica, la ciencia, la experiencia…, y lo que observamos en la realidad.
Solo a partir de la célebre frase de Ricardo Pereda es posible comprender algo:
La comunicación es como la religión: hay muchos creyentes y pocos practicantes
Este fue el elemento central de la charla que la pasada semana tuve ocasión de compartir con varias clases del instituto La Cartuja de Granada. Gracias a la propuesta del incansable y siempre motivador José Miguel García Prados.
El desconocimiento ya no es una excusa cuando 7 de cada 10 empleados no se sienten felices en su trabajo o el 80 % odia los lunes.
En este contexto, unos valores firmes, un compromiso institucional, un interés genuino por el empleado (por su bienestar, su formación), por incentivar su talento y mejorar su desempeño es siempre una apuesta ganadora.
Y la comunicación interna puede ser un excelente recurso para alinear los intereses de empleados y empresa.
Porque la motivación no cae del cielo, sino que hay que cultivarla cada día.
People often say that motivation doesn’t last. Well, neither does bathing — that’s why we recommend it daily, Zig Ziglar
Y el dinero hace ya mucho tiempo que sabemos que no es la solución. Incluso que, en determinados contextos, los incentivos económicos pueden ser contraproducentes.
En un entorno donde el talento escasea y las nuevas generaciones muestran un interés genuino por determinadas conductas de compromiso social, cualquier duda sobre la idoneidad de una estrategia de comunicación interna no debería ni plantearse.
Porque, y este fue la pregunta con la que concluía la charla, ¿en qué tipo de empresa te gustaría trabajar?
Aquí tienes la presentación:
Fuente de la ilustración: Freepik