El mundo está volviéndose cada vez más complejo, y la gente no se da cuenta de lo

poco que sabe sobre lo que está ocurriendo, Yuval N. Harari

¿Por qué tenemos cierta tendencia hacia la radicalización? ¿Cuál es la causa de que triunfen movimientos políticos y sociales que ofrecen recetas sencillísimas a problemas complejos? 

Como ya nos advirtieron Cass R. Sunstein y Richard H. Thaler en su maravilloso libro Un pequeño empujón, estamos cada día más atareados, vivimos en un mundo complicado, que no acabamos de comprender, y necesitamos -nuestro cerebro necesita- unas reglas básicas que guíen nuestras conducta, no siempre en la dirección adecuada.

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Porque como afirma Daniel Kahneman: «Tenemos una capacidad casi ilimitada para ignorar nuestra ignorancia»

El ámbito político, por ejemplo, se ha convertido en un espectáculo que aviva nuestras (peores) pasiones y ofrece un escaso espacio para el análisis de datos, de un modo razonado.

Nuestro cerebro necesita economizar, evitar costosos esfuerzos, para tomar decisiones a diario.

Y ahí es donde se cuelan los sesgos, los estereotipos… Esas sencillas ideas que parecen explicarlo todo y resuelven problemas complicadísimos con una sola argumentación.

Uno de los más dañinos es el de dividir todo en dos grupos diferenciados y enfrentados; la realidad nos demuestra cada día que es -afortunadamente- mucho más compleja.

Se da la paradoja de que ahora que disponemos de más información que nunca en nuestra historia es cuando más cerca estamos de que la propaganda y la desinformación arruinen nuestra capacidad crítica.

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¿Y cómo lo solucionamos?

  • Parece claro que es cada día más necesario dedicar tiempo y esfuerzo a poner en duda nuestros prejuicios y a crearnos una serie de fuentes de información creíbles y fiables.
  • Como nos propone Anna Rosling, hemos de desconfiar de las historias y los relatos espectaculares, emocionantes. Pueden ser interesantes pero seguramente también serán interesados.
  • O, según el recetario de Yuval Harari, paguemos por la buena información. Si todo nuestro consumo de noticias es gratuito, es posible que el producto seamos también nosotros mismos. Y si algún tema nos parece excepcionalmente importante, acudamos a fuentes reconocidas, interesémonos por la literatura científica relevante sobre ese campo.

En definitiva, analiza datos y estadísticas antes de opinar y no solo para confirmar tus creencias previas.

Podrás ser feliz si cedes toda la autoridad a los algoritmos y confías en ellos para que decidan por ti (…). Si, en cambio, quieres conservar cierto control de tu existencia personal y del futuro de la vida, tendrás que correr más deprisa que los algoritmos, más que Amazon y el gobierno, y conseguir conocerte a ti mismo antes de que lo hagan ellos (…) Deja atrás todas tus ilusiones. Pesan mucho (Yuval H. Harari).

Artículo basado en La gente se radicaliza porque prefiere sentir a razonar

Fotografía: Unsplash 

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