What we’re talking about here is a means of mind control on a massive scale that there is no precedent for in human history, Robert Epstein
De lo que estamos hablando es de un medio de control de la mente a un nivel tan masivo que no hay precedentes en la historia de la humanidad
Las recientes elecciones en Estados Unidos han multiplicado el interés y la atención sobre el uso de la inteligencia artificial.
El uso de bots en Twitter o los algoritmos que utilizan Google (y que decide qué nos devuelve una búsqueda en función de nuestros intereses previos) y Facebook (que nos muestra aquellos contenidos más afines a nuestros gustos, independientemente de si son reales o falsos) han abierto un debate sobre la necesidad de que instituciones y empresas adopten un código de transparencia y buenas prácticas.
¿Cuál es el peligro?
Durante los tres debates de las últimas elecciones a la presidencia de EE. UU. se estima que un 20% de los tuits políticos fueron realizados por bots.
Esto supone una amplificación artificial de la conversación que permite además polarizar las opiniones y difundir masivamente historias falsas o interesadas.
El algoritmo de Facebook, por ejemplo, se ha convertido en una máquina de gratificación tan optimizada que distorsiona la variedad de la información que recibimos. Y, en muchas ocasiones, no somos conscientes de ello.
Y en cuanto a Google, diversas investigaciones han demostrado que cuánto más alto es el lugar que ocupa un candidato en los resultados del buscador, más posibilidades tiene de que votemos por él.
En definitiva
Aparecen sombras en el horizonte que ponen en cuestión la tesis, ampliamente extendida, de que caminamos hacia un mundo donde las máquinas, asistidas por los seres humanos, nos harían la vida más cómoda, sencilla y placentera.
Hemos de ser conscientes de que las máquinas están cambiando nuestras vidas, afectando incluso a nuestro modelo social y político, de un modo progresivo y, casi, imperceptible.
Y qué podemos hacer
Autores como el investigador Emilio Ferrara reclaman una implicación de académicos y expertos para tratar de acotar las consecuencias de un «problema social serio».
Otros, como Nick Daikopoulos, proponen un diálogo abierto sobre el papel de estos algoritmos en los procesos democráticos, por la amenaza que suponen.
Se impone, pues, ser conscientes de cómo estas prácticas influyen en nuestra conducta y demandar una mayor información y transparencia sobre cómo las utilizan estas empresas.
Es hora de tomarnos muy en serio la inteligencia artificial y de ser conscientes de sus oportunidades… y peligros.
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Artículo basado en The algorithmic democracy, Fast Company
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